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No sigas al pesimista que en todo ve un cúmulo de problemas; sé optimista y descubre un toque mágico por doquier.
El negativo llega a un estanque y reniega por el cieno que hay en el fondo. Todo le parece feo.
El positivo observa el mismo estanque y se regocija con el loto que florece en medio del barro.
Hasta en la Biblia aparecen los pesimistas profesionales y uno de ellos compuso el salmo 12:
“Interviene, Señor, porque ya no hay personas buenas ni se encuentran personas leales”.
De seguro vivía en el valle de las sombras y desnuda un negativismo que carcome y que no es objetivo.
La verdad es que siempre se ha dado un balance necesario entre las sombras y la luz, el bien y el mal.
Elige apreciar lo bello, sé agradecido y aprende a ver algo bueno en lo que el pesimista rotula como desastroso.